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Autor/a:
Dr. Marcos Rossi Izquierdo
Hospital:
Hospital Universitario Lucus Augusti (Lugo)
Colaboradores:
Dra. Virginia Franco Gutiérrez
ISBN:
978-84-09-51490-8

La prevalencia a lo largo de la vida de padecer un mareo se sitúa entre el 17-30% de la población general, mientras que si nos centramos en el vértigo se estima entre el 3-10%. Un porcentaje no despreciable de nuestros pacientes no llega a tener un diagnóstico definitivo y en algunos casos el cuadro dura meses o años por lo que se denomina síndrome vestibular crónico.

El P.P.P.D es, por tanto, un síndrome vestibular crónico en el cual se incluye el vértigo no rotatorio, mareo o inestabilidad de más tres meses de duración, con una intensidad variable y que empeora en bipedestación, con los movimientos o los estímulos visuales.

Se trata de un trastorno funcional de relativa reciente descripción, cuyo nombre corresponde a las siglas en inglés: “Persistent postural – perceptual dizziness” y que trata de agrupar diversas terminologías previas (vértigo fóbico postural, vértigo visual o mareo crónico subjetivo) con unos criterios diagnósticos consensuados.

Existen diversos factores precipitantes, pero todos comparten la capacidad de producir distintos trastornos del equilibrio. Las causas más frecuentes son patología vestibular periférica o central aguda (25%), ataques de pánico (15-20%, más frecuente en mujeres jóvenes), migraña vestibular (15-20%, más frecuente en mujeres de mediana edad), ansiedad (15%), conmoción cerebral o latigazo cervical (10-15%) o disfunciones del sistema nervioso autónomo (7%).

También se ha sugerido que tanto el trastorno de ansiedad como el neuroticismo parecen ser claves para la mala adaptación que finalmente origina este trastorno funcional con dependencia excesiva de la información visual. De todos modos, no todos los pacientes presentan estas comorbilidades, por lo que no se puede considerar una patología psiquiátrica.

Tras el factor que produce el trastorno del equilibrio, los pacientes no realizan una correcta compensación, y se postula que las causas de una incorrecta adaptación en el tiempo son la persistencia de los siguientes cambios:

  • Dependencia de la información visual.
  • Uso de estrategias posturales muy cautelosas y con necesidad de ayudas.
  • Elevado nivel de vigilancia de los movimientos propios y del entorno.

Los estudios de neuroimagen muestran que las áreas del cerebro responsables de la integración multisensorial y orientación espacial pueden no funcionar correctamente en estos enfermos, así como un aumento de la función en las áreas del procesamiento visual.

Actualmente no existen estudios sobre su prevalencia en la población general, pero podrían llegar al 15-20% de los pacientes que acuden a una Atención Especializada.

Parece ser que es más frecuente en mujeres y en edades comprendidas entre 40 y 60 años. Dentro de las comorbilidades, parece relacionarse con ansiedad y neuroticismo como ya se ha comentado previamente.

La sintomatología está presente la mayor parte de los días y frecuentemente empeora a lo largo del día. Los afectos describen una sensación de balanceo, inestabilidad o mareo. Al comienzo del proceso, si el desencadenante ha sido un trastorno agudo o recurrente, comienza de una manera intermitente para finalmente consolidarse en el tiempo. Sin embargo, cuando el desencadenante es un trastorno crónico, los síntomas se instauran de manera lentamente progresiva.

La sintomatología suele empeorar con los estímulos visuales, el movimiento y la falta de sueño.

La exploración clínica suele ser normal, sin embargo, el test de organización sensorial (SOT) de la posturografía dinámica computerizada ha demostrado ser útil para evaluar la dificultad de estos pacientes en mantener el equilibrio en situaciones de conflictos sensoriales. Por tanto, aunque el SOT no sirva para el diagnóstico, si podría ser útil para valorar la respuesta a los diversos tratamientos en estos pacientes.

El PPPD es un síndrome vestibular crónico que se define por los criterios de la A a la E. Los cinco criterios deben cumplirse para hacer el diagnóstico:

A. Uno o más síntomas de los siguientes (mareo, inestabilidad o vértigo no rotatorio) están presentes la mayoría de los días durante tres meses o durante más tiempo.

-1: Los síntomas duran periodos de tiempo prolongados, desde horas hasta más tiempo, pero pueden aumentar y disminuir en severidad.

- 2: Los síntomas no necesitan estar presentes continuamente a lo largo de todo el día.

B. Los síntomas persistentes ocurren sin provocación específica
pero se exacerban por tres factores:

- 1. Postura erguida.

- 2. Movimiento activo o pasivo sin atender a la dirección o a la posición.

- 3. Exposición a estímulos visuales en movimiento o patrones visuales complejos.

C. El trastorno es precipitado por condiciones que causan vértigo, inestabilidad, mareo o problemas con el equilibrio, incluyendo síndromes vestibulares agudos, episódicos o crónicos, otras enfermedades neurológicas o médicas o malestar psicológico.

- 1. Cuando el precipitante es una condición aguda o episódica, los síntomas encajan en el patrón del criterio A. cuando la condición precipitante se resuelve, pero pueden ocurrir intermitentemente al comienzo y después consolidarse de forma persistente.

- 2. Cuando el precipitante es un síndrome crónico, los síntomas se pueden desarrollar lentamente al comienzo y empeorar gradualmente.

D. Los síntomas causan un malestar significativo o un empeoramiento funcional.

E. Los síntomas no pueden ser explicados mejor por otra enfermedad o trastorno.

Dado que es una patología de relativo reciente consenso en los criterios diagnósticos, carecemos de suficientes ensayos clínicos randomizados en relación al tratamiento de esta entidad.

Los sedantes vestibulares deben evitarse, pues no son eficaces e inhiben la compensación vestibular central.

Los tratamientos recomendados son los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS), la rehabilitación vestibular y la terapia cognitiva conductual.

Los ISRS parecen ser más efectivos en pacientes de sexo femenino y con una sensación subjetiva de discapacidad mayor. Además, la mejora en los pacientes es mayor cuando se combina con la terapia cognitiva conductual.

Dentro de la rehabilitación vestibular el estímulo optocinético ha obtenido buenos resultados en estos enfermos, sobre todo en los que los síntomas se exacerban ante estímulos visuales.

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