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Autor/a:
Dr. Xabier Altuna
Hospital:
Hospital Universitario Donostia
Colaboradores:
Dra. Maria Soriano Reixach
ISBN:
978-84-09-33640-1

Las estructuras del hueso temporal derivan de las tres hojas germinales y contienen en estructuras epiteliales, neurales, vasculares y cartilaginosas de las que pueden derivan una amplia variedad de tumores benignos y malignos.

El hueso temporal es relativamente inaccesible, y a menudo los tumores de esta área se hacen sintomáticos sólo después de alcanzar estructuras periféricas. La diseminación de los tumores del hueso temporal está íntimamente relacionada con los espacios neumatizados del hueso temporal y su grado de resistencia. Por ejemplo, el hueso del laberinto es duro y, por lo tanto, resistente a la progresión del tumor. Los agujeros anatómicos óseos y neurovasculares facilitan la extensión del tumor hacia el espacio intracraneal, parótida o fosa infratemporal. Es importante considerar la diseminación por el sistema linfático, teniendo en cuenta que el oído interno no parece tener dicho drenaje.

La mayoría de las lesiones son benignas y la progresión suele ser lenta. Esto permite que generalmente los déficits neurológicos sean compensados y no sean apreciados por el paciente.

La etiología es muy variada debido a las diferentes extirpes tumores que puede albergar el hueso t​​​​​​emporal. Se detalla a continuación la etiología para las extirpes más habituales. 

 

  • Osteomas/ exóstosis:

Los osteomas son tumores de origen desconocido que se componen de una cortical externa con trabéculas internas de hueso esponjoso. Suelen ser pediculados y localizarse en las líneas de sutura timpanomastoidea y timpanoescamosa. Las exóstosis son hiperplasias del periostio y del hueso adyacente. Habitualmente son bilaterales y con antecedentes de exposición al agua fría, Tienen una base de implantación ancha, asentándose en la cara anterior y posterior del conducto auditivo externo (CAE). Ninguno de los dos suele producir síntomas, sin embargo, cuando obstruyen más del 80% de la luz el CAE pueden predisponer a episodios de otitis externas de repetición y hipoacusia de conducción. El tratamiento principal es quirúrgico mediante el fresado por vía transcanal o retroauricular, tras la elevación de los colgajos cutáneos para preservar la piel del CAE.

  • Adenoma de glándulas ceruminosas:

Se originan en las glándulas ceruminosas localizadas en la dermis de la porción cartilaginosa del CAE. Consisten en una masa polipoidea de crecimiento lento y recubierta de piel. Clínicamente es imposible diferenciarlo de un adenocarcinoma o un carcinoma adenoide quístico. El tratamiento es quirúrgico.

  • Adenoma:

A nivel del oído medio, sigue siendo el tumor más común, aunque poco frecuentes. Se presentan como una masa en la hendidura del oído medio detrás de la membrana timpánica intacta. Puede llegar a producir hipoacusia de conducción por fijación de la cadena osicular. Frecuentemente produce erosión ósea, lo que dificulta distinguirlo de una lesión maligna.

  • Queratoacantoma:

Es una neoplasia epitelial escamosa que suele originarse en las áreas de exposición al sol. Tiene un rápido desarrollo, que va seguido de una involución y regresión. La mayoría se producen en la cara, pero un 10% aparecen en el pabellón auricular. Consiste en una pápula eritematosa que tras 1-2 meses crece rápidamente formando un nódulo exofítico de hasta 2 cm que simula un carcinoma escamoso. Posteriormente hay un período estacionario de varios meses que continua con una involución hasta dejar una cicatriz. El tratamiento principal es quirúrgico.

  • Paragangliomas timpánicos:

Los tumores glómicos o paragangliomas son tumores de origen neuroectodérmico, concretamente de las células cromafines de los paraganglios, que derivan de la cresta neural, y son ganglios del sistema nervioso vegetativo autónomo. Es la neoplasia benigna más frecuente del oído medio y la segunda del hueso temporal.

Los paragangliomas son tumores altamente vascularizados que se ubican a lo largo de arterias y pares craneales de los arcos branquiales. Sólo un 3% de los paragangliomas extraadrenales se localizan en el área de cabeza y cuello, concretamente un 60% en el cuerpo carotídeo, 23% yugulares, 13% vagales y 6% timpánicos.

Los paragangliomas timpánicos se originan en la submucosa del promontorio, en los plexos timpánicos siguiendo el nervio de Jacobson. Son tumoraciones benignas de crecimiento lento, pero presentan frecuentemente un comportamiento biológico agresivo con patrón de crecimiento invasivo y recurrencias. Los síntomas de presentación más comunes son el acufeno pulsátil y sincrónico con el pulso y la hipoacusia conductiva.

  • Hemangioma:

Son poco frecuentes en la membrana timpánica y el oído medio, siendo más comunes en áreas cutáneas de la cabeza y cuello. Su histopatogenia sigue siendo desconocida. Pueden tratarse de forma expectante o quirúrgicamente.

  • Tumor carcinoide:

Son neoplasias neuroendocrinas muy poco frecuentes en el oído, ya que no se han identificado células neuroendocrinas en la mucosa del oído medio. Suelen presentar una masa roja o pálida detrás de la membrana timpánica intacta o abultada. Se trata mediante extirpación quirúrgica.

  • Tumores del nervio facial:

Los tumores primarios del nervio facial son raros, siendo dentro de estos, los schwannomas los más comunes. Otros tumores poco frecuentes son los hemangiomas del ganglio geniculado o los tumores de células granulares.

Los schwannomas del foramen yugular son los segundos tumores más frecuentes de dicha localización, detrás de los paragangliomas. Representan entre 2,9-4% de todos los schwannomas intracraneales. Estos tumores pueden surgir de cualquiera de los 3 pares craneales que discurren el agujero rasgado posterior: IX, X y XI.

Suelen presentarse en la 3ra y 5ta década de la vida, con predisposición en las mujeres. Son de crecimiento lento, produciendo una clínica lenta y, por lo tanto, retrasando el diagnóstico.

A raíz de la clasificación creada por fisch se creó la siguiente:

  • A: tumor primario del ángulo pontocerebeloso con mínimo aumento del foramen yugular. Requiere un abordaje retrosigmoideo.
  • B: tumor primario del foramen yugular con o sin extensión intracraneal. Requiere abordaje combinado.
  • C: tumor primariamente extracraneal con extensión al foramen yugular. Requiere abordaje infratemporal.
  • D: tumor en reloj de arena con extensión intra y extracraneal. Requiere abordaje combinado.

El tratamiento es quirúrgico y deben evaluarse los efectos secundarios que la cirugía puede producir.

 

    1. Tumores malignos

 

  • Carcinoma de células basales o basalioma:

Es el tumor más frecuente en el oído externo, si incluimos el pabellón auricular. Se relacionan con antecedentes de exposición al sol, por lo que suelen localizarse en el hélix. Tienen un crecimiento lento, pero localmente invasivo y rara vez hacen metástasis.

Se compone histológicamente de células no queratinizantes derivadas de la capa de células basales de la epidermis. Se presentan como nódulos indurados que se ulceran y dejan un borde indurado elevado.

El tratamiento es la resección local agresiva, para evitar recidivas. En aquellos tumores irresecables, se puede optar por la radioterapia.

  • Carcinoma de células escamosas o epidermoide:

Es menos frecuente que el basalioma, pero el 80% de estos tumores se originan en el CAE y el 80% se diagnostican en un estadio avanzado. Muchas veces es difícil la distinción de una neoplasia originada en oído medio (entidad rara) u originado en el CAE con extensión al oído medio. Se suelen originar en la porción cartilaginosa, y pueden extenderse anteriormente a través de las fisuras de Santorini o los agujeros de Huschke del CAE óseo hacia la parótida y base del cráneo; y hacia la membrana timpánica y oído medio.

La incidencia de metástasis regionales es elevada, de un 6-20% en el diagnóstico.

  • Adenocarcinoma:

Es raro en el pabellón auricular y en el oído medio, pero su incidencia en el CAE es del 10%. Se origina en las glándulas ceruminosas y sebáceas del CAE. Tiene un crecimiento rápido, produciendo obstrucción de la luz del CAE, pero no acostumbran a erosionar el hueso. En el oído medio se originan de la mucosa.

No suelen producir metástasis. El tratamiento es quirúrgico mediante resecciones amplias para evitar las recidivas. Al contrario que el carcinoma escamoso, el adenocarcinoma es poco radiosensible.

  • Carcinoma adenoide quístico:

Se caracteriza por su tendencia a la invasión perineural, pudiendo producir metástasis a distancia de forma tardía. Se presenta como una masa indolora con apariencia de benignidad con un lento crecimiento. El tratamiento quirúrgico debe ser agresivo con márgenes amplios, teniendo especial cuidado con el nervio facial.

  • Rabdomiosarcoma:

Son tumores raros que se diagnostican principalmente en niños, con más del 50% de los casos identificados en menores de 10 años. Se originan en el músculo esquelético indiferenciado y el subtipo histológico más frecuente es el tipo embrionario.

Los síntomas iniciales suelen ser poco específicos como la hipoacusia y la otitis media recurrente, por eso muchos se diagnostican en etapas tardías. La extensión del rabdomiosarcoma a los ganglios linfáticos regionales es rara y las metástasis a distancia están presentes en el 14% de los pacientes en el momento del diagnóstico, concretamente a nivel pulmonar. Sin embargo, el pronóstico de estos tumores está más relacionado con la proximidad a las meninges y el riesgo de diseminación intracraneal.

El tratamiento tiene como objetivo el control locorregional y la prevención de las metástasis sistémicas. Principalmente se tratan mediante una combinación de radioterápia y quimioterapia. En el caso de no haber metástasis, se puede plantear una exéresis quirúrgica, teniendo en cuenta que la resección completa es difícil de lograr en estos pacientes. Por lo tanto, la indicación de cirugía se reserva para pacientes sin extensión intracraneal ni compromiso meníngeo, en la que la resección completa sea posible y no aumente la morbilidad asociada.

El rabdomiosarcoma suele curarse en la mayoría de niños con enfermedad localizada, con una supervivencia de más del 70% a los 5 años del diagnóstico. Sin embargo, las recaídas son más frecuentes en aquellos pacientes con extensión intracraneal o enfermedad metastásica al diagnóstico.

  • Metástasis:

Las metástasis de tumores alejados del hueso temporal son raras. El origen de las metástasis en el hueso temporal, por orden decrecientes en frecuencia, es la mama, el pulmón, el riñón, el estómago y la próstata. Los sujetos pueden estar asintomáticos o presentar una clínica inespecífica como la hipoacusia, acúfenos, vértigo o parálisis facial. Su aparición más común es entre la sexta y séptima década de la vida y en el género masculino.

El pronóstico está directamente relacionado con la severidad de la enfermedad sistémica.

Los tumores del hueso temporal tienen una prevalencia menor al 0,2% entre los tumores de cabeza y cuello. En cuanto a la incidencia de estos tumores, hay diferencias significativas en cuanto a la distribución geográfica: en países occidentales la incidencia es entre 0,8-1 por millón de habitantes, mientras que, en Asia, el carcinoma de CAE sólo, tiene una incidencia de 2,1 por millón de habitantes. La incidencia es mayor en hombres que en mujeres y la media de edad del diagnóstico es entre la 5ta y 6ta década de la vida.

De todas las neoplasias malignas del hueso temporal, el carcinoma escamoso es la histología más frecuente, originándose entre el 60-80% en el conducto auditivo externo, oído medio y cavidad mastoidea.

La etiología del carcinoma escamoso es multifactorial, aunque se han descrito los siguientes factores predisponentes: predisposición genética, tratamiento con radioterapia, desinfectantes clorados o virus del papiloma humano.

Mayoritariamente los tumores de hueso temporal se diagnostican tardíamente, ya que los síntomas y signos iniciales son inespecíficos. Suelen presentar otorrea (24-100%) o otorragia, otalgia (19-81%), hipoacusia (2-75%), lesión vestibular y afectación de los pares craneales en forma de disfagia, disfonía, aspiración, parálisis o paresia del nervio facial (7-64%) y problemas oculares.

La inaccesibilidad en cuanto a la exploración física directa por parte del otorrinolaringólogo, unido a la inespecificidad de los síntomas provocados por estos tumores, hace que el diagnóstico dependa fundamentalmente de la exploración radiológica. Además, resulta indispensable la radiología para precisar la localización, la extensión de la neoplasia, la afectación de las estructuras vitales adyacentes y para la correcta planificación quirúrgica. Además, el seguimiento a medio y largo plazo se basa en las pruebas radiológicas periódicas.

Por otro lado, el diagnóstico definitivo se realiza mediante el estudio histopatológico, el cual debe realizarse tras la intervención quirúrgica por la inaccesibilidad e imposibilidad de obtención de la muestra.

Actualmente, no hay ningún sistema de estadificación internacional aceptado, dificultando así la comparación de resultados. La clasificación más usada para el carcinoma escamoso es el sistema de estadificación de Pittsburg modificada en el 2000 por Moody et al., que utiliza la tomografía computerizada (TC) preoperatoria y la exploración física.

Clasificación de Pittsburg

 

Estadio del Tumor (T) Descripción
T1 Tumor limitado al CAE sin erosión ósea ni evidencia de extensión a tejidos blandos.
T2

Tumor limitado al CAE:
- Con erosión ósea (limitada)
- O invasión radiológica de tejidos blandos <0,5cm.
- Incluye invasión a las fisuras cartilaginosas y unión ósea-cartilaginosa.

T3

Tumor del CAE que:
- Erosiona el hueso completamente e infiltra <0,5 cm los tejidos blandos
- O invade oído medio
- O invade la mastoides.

T4 Tumor que erosiona la cóclea, el ápex petroso, la pared medial del oído medio, el canal carotídeo, el foramen yugular, la duramadre; o extensión >0,5cm de tejido blando como la articulación temporomandibular o el proceso estiloides; o evidencia de parálisis/paresia facial.

 

 

Estadio de los ganglios (N) Descripción
N0 Sin adenopatías regionales.
N1 Metástasis en un ganglio ipsilateral <3cm y ENE -.
N2 Metástasis en un ganglio ipsilateral o contralateral.
N2a Metástasis en un ganglio ipsilateral o contralateral entre 3-6 cm y ENE -.
N2b Metástasis en múltiples ganglios ipsilaterales <6cm y ENE -.
N2c Metástasis en ganglios contralaterales o bilaterales <6 cm y ENE -.
N3a Metástasis en un ganglio >6cm y ENE -.
N3b Metástasis en un ganglio ipsilateral, múltiples ipsilaterales, contralaterales o bilaterales de cualquier tamaño y ENE +.

 

*ENE = extracapsularidad
T1N0M0 Estadio I
T2N0M0 Estadio II
T3N0M0 Estadio III
T4N0M0 Estadio IV
N+ Estadio IV
M+ Estadio IV

 

En los paragangliomas temporales se ha propuestos diferentes sistemas de clasificación, siendo la más utilizada la de Fisch-Mattox y Glasscock-Jackson.

Clasificación modificada de Fisch-Mattox propuesta por Sanna
A1 Tumores completamente visibles en el examen otoscópico
A2 Márgenes tumorales no visibles en la otoscopia. El tumor puede extenderse anteriormente a la trompa de Eustaquio y/o al mesotímpano posterior.
B1 Tumores que llenan la hendidura del oído medio con extensión hacia el hipotímpano y el seno timpánico.
B2 Tumores que llenan la hendidura del oído medio, se extiende hacia mastoides y medialmente hacia el segmento mastoideo del nervio facial.
B3 Tumores que llenan la cavidad del oído medio y se extienden hacia la mastoides con erosión del canal carotídeo.

 

Clasificación Glasscock-Jackson
I Masa pequeña limitada al promontorio coclear
II Masa que llena completamente la cavidad timpánica
III Masa que llena la cavidad timpánica y mastoides
IV Masa que llena la cavidad timpánica y se extiende hacia mastoides, CAE o anteriormente hacia carótida.

 

Para el estudio de estos tumores, pueden usar técnicas anatómicas, como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM), que permiten delinear la localización de la lesión. Además, la utilización de técnicas funcionales, como la tomografía por emisión de positrones (PET), permiten detectar focos de tejido tumoral, lo cual es importante en casos de multicentricidad, detección de metástasis y detección de tumores en estadios iniciales.  

Tomografía computarizada (TC)

La TC nos permite valorar las estructuras óseas y distinguir la destrucción ósea producida por la invasión tumoral.

Los paragangliomas timpánicos aparecen en la TC como una masa con base plana en la pared medial de la caja timpánica sobre el promontorio coclear, captando contraste. En el caso de los paragangliomas yugulotimpánicos, se observa una masa de partes blandas, que realza contraste, desde la fosa yugular extendiéndose al oído medio y destruyendo el suelo de la caja timpánica. La TC puede identificar invasiones del laberinto, el conducto de Falopio, la carótida intrapetrosa y el agujero rasgado posterior. Se puede apreciar extensión más allá del hueso temporal hacia el endocráneo y hacia la fosa infratemporal.

Resonancia magnética (RM)

La RM es la prueba de elección para la valoración de las partes blandas. Además, el hecho de no usar radiaciones ionizantes facilita su utilización en el seguimiento de estos tumores. Por eso, el correcto diagnóstico se realiza mediante la combinación de la TC y la RM. La inyección de contraste de gadolinio permite la mejor delimitación de los tumores.

En los paragangliomas, la RM permite evaluar la extensión intracraneal y las relaciones anatómicas con los nervios y las estructuras vasculares. Las imágenes potenciadas en T1 permiten delimitar con precisión la extensión del tumor. Es característico el llamado signo de “sal y pimienta” en secuencias potenciadas en T2 y T1 sin contraste, con focos de hiperintensidad que representan pequeñas hemorragias y los denominados “vacíos de señal” o focos hipointensos que representan los vasos de alto flujo intratumorales.

Arteriografía

La arteriografía se utiliza para la confirmación del diagnóstico en masas hipervascularizadas en la TC o la RM, y previo a la toma de biopsias. La arteriografía selectiva es el estudio diagnóstico más específico y sensible para el diagnóstico de los paragangliomas. Esta técnica permite la embolización prequirúrgica de las arterias aferentes al tumor, sobre todo usado en los paraganlgiomas. Además, permite identificar la afectación funcional de los grandes vasos como la permeabilidad del polígono de Willis y el grado de suplencia, por si fuera necesaria la extirpación de grandes vasos unilateralmente.

Tomografía por emisión de positrones (PET)

La PET es altamente sensible para la detección de paragangliomas de cualquier localización, al detectar receptores de somatostatina en las células tumorales. Además de detectar la existencia de tumores múltiples o metástasis al realizarse una exploración de cuerpo entero.

Se requiere un estudio detallado de las características y localización del tumor para tomar la decisión terapéutica a seguir. La mayoría de los tumores pueden ser abordados quirúrgicamente, pero dependerá fundamentalmente de las estructuras que invada y de conseguir una resección completa. Es elemental conocer correcta y extensamente la anatomía del hueso temporal y las estructuras adyacentes para un correcto manejo. Cada vez se tiende más a una actitud conservadora ante la imposibilidad de una resección completa. Los tres pilares fundamentales de tratamiento son la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. Se contraindica la cirugía si se presenta afectación de la carótida interna, cerebro, seno cavernoso, irresecabilidad cervical, metástasis distales o un mal estado general.

Tratamiento quirúrgico

En cuanto a la cirugía hay varias técnicas que se pueden usar dependiendo de la localización y extensión del tumor, como las siguientes:

  • Resección lateral del hueso temporal: está indicada en los cánceres limitados al CAE (T1-T2). Consiste en la resección en bloque del CAE óseo y cortical ósea, junto con la piel del CAE, membrana timpánica y martillo. Dependiendo de la extensión, puede acompañarse de la resección de la articulación temporomandibular y del lóbulo superficial de la parótida, asociando un vaciamiento cervical ipsilateral. La resección se realiza lateral al laberinto, por lo que la audición neurosensorial y el nervio facial pueden preservarse.

 

  • Resección subtotal del hueso temporal: se utiliza en tumores que crecen medialmente a la membrana timpánica e invaden oído medio, hipotímpano, cápsula ótica, facial o mastoides (T3). Consiste en realizar una resección extradural y subperióstica del hueso temporal cuyos márgenes son la duramadre de la fosa media (superior), la duramadre de la fosa posterior y el seno sigmoide (posterior), la arteria carótida interna (anterior), la base de cráneo y el bulbo de la yugular (inferior) y el vértice petroso (medial). En esta resección se incluye la cóclea, el vestíbulo, el nervio facial, la parótida y la rama mandibular. Si la duramadre está invadida, no extensamente, no se contraindica la cirugía. Se consideran contraindicaciones ante invasión del cerebro, de la carótida intrapetrosa y del golfo de la yugular. En esta resección, se sacrifica inevitablemente la función auditiva neurosensorial y el nervio facial.

 

  • Resección total del hueso temporal o petrosectomía total: esta técnica es una variante de la resección subtotal, indicada en T4. Consiste en incluir el ápex petroso al aislarlo del seno cavernoso y la carótida, y fresándose la punta de peñasco medialmente al CAI.

En cuanto al manejo cervical, ante la presencia de adenopatías positivas se realiza un vaciamiento cervical ipsilateral, mientras que, ante un N0, el vaciamiento funcional es controvertido. Estos tumores se desarrollan entre estructuras óseas, por lo que la aparición de metástasis linfáticas ocurrirá, normalmente, cuando el primario esté avanzado. La incidencia de adenopatías cervicales es del 13-23%, siendo las áreas cervicales I y II las más afectadas.

La glándula parotídea tiene un elevado riesgo de metástasis, debido a su proximidad al CAE y a contener los nódulos de drenaje iniciales. Hay cierta controversia en cómo manejar la parótida: por un lado, se aboga a no intervenirla si no hay evidencia clínica ni radiológica de afectación glandular; mientras que otros abogan por la parotidectomía suprafacial en todos los casos de enfermedad avanzada, aunque no haya signos de infiltración parotídea.

Es fundamental disponer de técnicas de reconstrucción adecuadas para cada defecto y según las características del paciente. Por norma general, se recomiendan colgajos regionales para defectos pequeños, mientras que para defectos extensos y/o casos con cirugía previa o radiación, se prefieren colgajos libres. El tipo de reconstrucción no influye en el pronóstico de la neoplasia siempre y cuando se haya resecado completamente la tumoración. La reconstrucción permite cerrar la herida quirúrgica y cubrir correctamente la duramadre para prevenir la fístula de líquido cefalorraquídeo.

El colgajo más utilizado en la resección del hueso temporal es el colgajo de músculo temporal. Dicho colgajo consiste en separar el musculo temporal de la escama del temporal, despegarlo y rotarlo para rellenar la cavidad final tras la resección.

Ante el sacrificio del nervio facial, la reparación de este debe realizarse intraoperatoriamente en aquellos casos con parálisis completa menor de 12 meses de evolución. Normalmente se considera el nervio auricular mayor como mejor elección de injerto.

Tratamiento no quirúrgico

En cuanto a los tratamientos no quirúrgicos, encontramos la radioterapia (RT) y la quimioterapia (QT). El pronóstico es insatisfactorio si sólo se trata mediante QTRT. El gold standard se considera la cirugía más RT adyuvante en aquellos casos de tumores avanzados (T3-T4), invasión perineural, márgenes positivos o próximos (<5mm), adenopatías cervicales positivas y/o extensión extracapsular. La indicación en tumores en estadios precoces (T1-T2) es controvierto y no suele considerarse obligatorio. En cuanto a la quimioterapia, esta no se suele dar de rutina debido a la infrecuencia de metástasis distales. La combinación de cisplatino con 5-fluorouracilo ha demostrado ser el más eficiente en el tratamiento paliativo.

El pronóstico de estos tumores se determina por la extensión del tumor, ya que puede dificultar la resección completa o la cercanía a zonas vitales. Generalmente, no se puede realizar una exéresis en bloque de la neoplasia, y se realiza gradualmente.

En general, se acepta que la radioterapia aislada obtiene cifras de supervivencia inferiores a la cirugía, siendo no superiores al 30%. Globalmente se consideran la tasa de curación de los tumores de CAE y oído medio del 40-70%. El estadio local es un factor pronóstico importante, de forma que las tasas de supervivencia empeoran significativamente con la progresión del estadio. Por ejemplo, si un tumor está localizado en el CAE, la supervivencia se sitúa en torno al 70-100%; si hay invasión moderada del oído medio (T3), disminuye al 45-80%; en aquellos tumores que invaden el temporal o desbordan sus límites (T4), la resección subtotal del temporal consigue una tasa de supervivencia a los 5 años del 25-55%.

Otro factor pronóstico importante es la invasión de la duramadre, a que los pacientes que lo presenten no sobrepasan los 2 años de supervivencia. Igualmente, la invasión extratemporal o la del nervio facial, disminuyen casi al 50% la supervivencia en comparación a cuando no existe dicha afectación. La existencia de metástasis ganglionares y la infiltración de los bordes quirúrgicos tienen también una implicación pronóstica, correlacionándose con un aumento de recidivas locales más que recidivas cervicales. La localización más frecuente de metástasis a distancia son los pulmones, hueso, hígado y cerebro. El tipo histológico del tumor es también relevante. Por ejemplo, el carcinoma epidermoide es de los más frecuentes y de los de peor pronóstico, mientras que el carcinoma adenoide quístico tiene mejor pronóstico.

La radioterapia postoperatoria tiene un efecto positivo sobre la supervivencia, siempre y cuando no haya tumor residual, considerándose adyuvancia en todos los estadios a excepción del T1. El tratamiento de rescate, en los casos de recurrencia, se ha asociado a un peor pronóstico que tras el primer tratamiento.

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