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Autor/a:
Javier Ibarrondo Pastrana
Hospital:
Clínica Soquimex
ISBN:
978-84-09-17988-6

La Otitis Media Aguda (OMA) es una infección bacteriana de la mucosa del oído medio. Con frecuencia es secundaria a una infección respiratoria de causa viral o catarro vírico.

Es una afección frecuente el el niño de 6 meses a 3 años y  mucho menos en el adolescente y el adulto. 

Aunque la curación espontánea de la OMA es frecuente, el riesgo de aparición de complicaciones locales y regionales potencialmente graves (meningoencefálicas), justifica el tratamiento antibiótico por vía sistémica en los casos complicados. 

Los gérmenes que con más frecuencia causan OMA son Haemoplilus influenzae, Streptococcus pneumoniae y Moraxella catarhalis. En ocasiones se aíslan virus en el exudado pero siempre acompañados de bacterias de las citadas, los virus hallados son el respiratorio sincitial (sobre todo en niños) y el de la gripe.  Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae y C. trachomatis  son responsables en raras ocasiones de OMA y en la mayoría de los casos asociados a infección pulmonar.

En ocasiones se pueden aislar en el exudado de la OMA del adulto otros gérmenes como enterobacterias o Pseudomonas aeruginosa, siendo difícil asegurar si se trata de una OMA o bien una perforación timpánica previa (posiblemente desconocida) sobreinfectada en relación a un cuadro catarral o, más veces, entrada de agua por el conducto auditivo.

Las infecciones agudas del oído medio se presentan sobre todo en los meses fríos del año, en las estaciones de otoño e invierno, acompañando al ritmo estacional de las infecciones víricas. 

La mayoría de estudios afirman una mayor incidencia en el sexo masculino y cierta predisposición en algunas etnias, no frecuentes en nuestro medio como los esquimales, indios americanos y aborígenes australianos. 

Factores socioeconómicos que actúan de forma simultánea parecen favorecer la incidencia y, sobre todo, la gravedad de las otitis, estos son el hacinamiento, las malas condiciones higiénicas, la desnutrición y otros como el tabaquismo activo o pasivo.

Clásicamente se divide el curso clínico de la OMA en tres fases que aparecen de forma consecutiva con intensidad variable en función de los indivíduos. Se inicia por una fase dolorosa que dura entre 1 y 3 días y se caracteriza por otalgia progresiva intensa y habitualmente pulsátil con hipoacusia. En muchas ocasiones va acompañada por fiebre y mal estado general (más habitual e intenso en niños). En esta fase la otoscopia permite apreciar un enrojecimiento y abombamiento de la membrana timpánica.

El curso continúa por la llamada fase supurativa con una duración de entre 3 y 8 días. En ella la secreción purulenta en la caja timpánica aumenta la presión sobre la membrana timpánica y, en ocasiones, se produce la perforación que permite la salida al conducto de parte del material purulento que hay en la caja con lo que se aprecia una disminución de los síntomas, el dolor, la fiebre y la sensación de oído ocupado. Se puede encontrar el material purulento en el conducto con una cierta cantidad de sangre que alarma al paciente y lleva a la consulta. A la exploración se observa la secreción que cuando se aspira permite ver la perforación que con frecuencia es anteroinferior.

En la fase de resolución la supuración cesa por el cierre espontáneo de la perforación y de forma paulatina se restaura la audición previa.

El diagnóstico de la OMA es básicamente clínico y se confirma por las imágenes de la exploración otoscópica. Así lo habitual es ver la membrana timpánica íntegra, eritematosa y abombada en la primera fase de la infección, la supuración y la perforación en la segunda fase y una cierta cantidad de exudado en el oído medio con la membrana timpánica normoposicionada en la fase de resolución.
No es habitual realizar exploraciones complementarias por lo típico del cuadro y la exploración. Tampoco se suelen realizar estudios analíticos si no se producen evoluciones anómalas o se sospechan complicaciones. Cuando se aprecia un exudado en el conducto es recomendable realizar estudio microbiológico siendo frecuente la ausencia de aislamientos bacterianos si se ha iniciado previamente un tratamiento antibiótico.
En los casos en los que se sospecha una complicación de la OMA sí puede ser necesario realizar pruebas complementarias como la Tomografía Computerizada si pensamos en una mastoiditis o abscesos cerebrales o cerebelosos o la Punción Lumbar si el cuadro sugiere meningitis.

El diagnóstico diferencial hay que hacerlo con las otitis externas en las que el la presión sobre el trago y la tracción del pabellón son dolorosas y en la otoscopia se aprecia edema de las paredes del conducto auditivo con exudado blanquecino o amarillento-verdoso y con el tímpano normal. Las otalgias reflejas son fáciles de sospechar porque la otoscopia es normal, habrá que descartar entonces procesos inflamatorios o neoplásicos de cabeza y cuello o disfunción de la articulación temporomandibular.

En la mayoría de los casos las OMA se resuelven espontáneamente. Sin embargo, el riesgo de aparición de complicaciones potencialmente graves justifica su tratamiento mediante antibióticos. Es aconsejable, además, utilizar analgésicos durante las primeras fases de la otitis como paracetamol, aspirina o ibuprofeno.

La elección del antibiótico se hace de forma empírica, ya que es muy difícil disponer de una identificación precisa del germen causante y su sensibilidad a los distintos fármacos. Así, la elección se realiza en función del conocimiento de los datos epidemiológicos de la zona geográfica y la frecuencia y sensibilidad de los gérmenes que sí se han identificado en el entorno. La duración del tratamiento se establece clásicamente en 10 días pero algunos estudios sugieren que un tratamiento más corto puede ser igualmente eficaz.

Los antibióticos clásicamente utilizados son:

  1. AMOXICILINA, a dosis mínima de 40 mg/kg/día, repartido en 3 tomas. En caso de escasa respuesta en 48 horas, la dosis puede llegar hasta 80 mg/kg/día. Si aparecen complicaciones graves, podemos llegar a 100 mg/kg/día.  La presencia de cepas de Gram negativos productores de betalactamasas hace que en algunos paises se recomiende el uso de asociaciones de amoxicilina con inhibidores de las betalactamasas como el ácido clavulánico. En este último caso hay que tener en cuenta los frecuentes efectos adversos de esta sustancia (sobre todo gastrointestinales).
  2. CEFALOSPORINAS, por vía oral como Cefuroxima Axetilo a dosis de 500 mg, cada 12 horas, o por vía intramuscular como Ceftriaxona, que ofrece como ventaja la dosis única de 1 gr o 3 dosis consecutivas (1 cada día).
  3. MACRÓLIDOS, en el caso de alergia a betalactámicos. Únicamente se recomiendan Azitromicina en pauta de 5 días y Claritromicina, 10 días.
  4. QUINOLONAS, como levofloxacino y moxifloxacino.

En caso de una mala respuesta al tratamiento inicial con persistencia del dolor, la fiebre o la otorrea se recomienda ajustar la dosis llegando a la más alta posible de amoxicilina o añadiendo la combinación de amoxicilina con ácido clavulánico o incluso una dosis intramuscular de ceftriaxona. En estos casos se debe plantear la paracentesis o miringotomía con la intención de permitir la evacuación del exudado purulento y siempre para la toma de muestra del pus y su cultivo.

La mastoiditis es la complicación más frecuente de la OMA. Aparece sobre todo en el niño y, cuando aparece en el adulto cabe la duda de si se trata de una otitis aguda o crónica no diagnosticada. El diagnóstico es clínico por el dolor intenso a la palpación de la cara lateral de la mastoides con persistencia de la fiebre y mal estado general. Se confirma mediante la realización de una TC pudiendo evolucionar hacia un absceso subperióstico o cervical.  Se trata mediante antibióticos a altas dosis y evacuación quirúrgica del absceso si no evoluciona correctamente.


Complicaciones menos frecuentes son las laberintitis, parálisis facial (debe existir previamente dehiscencia del canal de Falopio en su porción timpánica), y las meningoencefálicas (meningitis, abscesos cerebrales y cerebelosos, abscesos extradurales). Estas complicaciones son raras en los países desarrollados.

La persistencia de la perforación timpánica o la aparición de placas de miringosclerosis son secuelas posibles de la OMA.

  1. Gehanno P y Barry B. Otites moyennes aigües. Encycl Méd Chir (Editions Scientifiques et Médicales Elsevier Paris), Oto-rhino-laryngologie, 20-085-A-10, 1997
  2. Gil-Carcedo Sañudo, Ortega Fernández, Gil-Carcedo García y Vallejo Valdezate, Otitis Media Aguda en el Adulto, Infección en ORL Volumen I, Masson 2004
  3. A Arbona Amer y B Ramis Oliver. Otitis Media Aguda. Protocolos en ORL, Ars Medica, Barcelona 2007
  4. X Gonzalez Compta, Otitis, síntomas y tratamiento, Youtube - The doctors.es
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